El 30 de junio de 1908, acababa de amanecer (7:17 hora local) en una remota región boscosa de la vasta Siberia, cerca del río Podkámennaya Tunguska (Tunguska pedregoso), un afluente del río Yenisei. Los desprevenidos habitantes de la región estaban empezando a ocuparse de sus quehaceres diarios cuando de pronto una luz más brillante que el Sol rompe la tranquilidad del paraje.
Mapa con la localización del evento Tunguska, en una remota región de Siberia
Los testigos afirmaron que esa luz cegadora dejaba tras de sí una espesa columna de humo a medida que descendía oblicuamente atravesando la atmósfera. Súbitamente se produce una gigantesca explosión en el cielo y más de 2000 km2 de bosque quedan arrasados en segundos; cerca de 80 millones de árboles son calcinados y arrancados de cuajo en 40 kilómetros a la redonda por la abrasadora onda expansiva, derribados como si fueran palillos de dientes. Sus raíces quedan al aire, apuntando todas hacia el hipocentro de la explosión, siguiendo un patrón radial. Tal era la fuerza de la onda expansiva que derribó a animales y personas incluso a 400 km de distancia del lugar del impacto.
Esta fotografía tomada en 1929 muestra claramente la devastación ocurrida